Cuando en el cole mandaban hacer
un collage, yo me echaba a temblar. ¡Oh, dios mío!, ¿cómo hago esto? Años más
tarde, en la escuela de diseño me seguía pasando lo mismo, no lo había
superado. Me cuesta, se me resiste, oigo “hacer collage” y se alza un muro. Por
eso me fascina tanto. El collage une cosas que de otro modo, estarían siempre
separadas. Con reconcilación o sin ella, es capaz de juntar cualquier cosa a
otra, por muy distante que parezca. Es valiente, atrevido, descarado, a veces
rudo, pero siempre, siempre, te obliga a mirar más allá y descifrar su
contenido. Es como un jeroglífico.
Randy Mora es un rey en este arte. Si ves su perfil en Behance, se define como
un bobo que necesita un afeitado y que lleva un abrigo de piel. No me digáis,
esta presentación es ya un collage! Sobra decir que de bobo no tiene nada.
Aunque puede que un poco loco sí que esté…
Su territorio es el collage digital, combina imágenes retro o
renacentistas con texturas degradadas, elementos gráficos, formas geométricas…
¡Y yo aquí con estos pelos! Sus imágenes son místicas y surrealistas. Es
totalmente fascinante. Y si no, echad un vistazo a esto.
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